La luz del sol me quema, la claridad me ciega, la oscuridad me relaja... ¿Qué me ocurre? ¿Soy un monstruo? ¿Soy desgraciado? ¡No, soy yo! Un ser de la noche eterna, un hijo de la luna. Soy yo, tu señor. Te haré la esclava de la noche, mi esclava, mi amante, mi dueña, la dueña de mi corazón.
Ver el amanecer y el atardecer, tomar el desayuno y la comida, la merienda en el parque, pasear por la playa, contemplar las nubes tumbados en la hierba... Son ejemplos de las cosas que nunca podré hacer contigo. Eso me entristece pero al ver tu rostro, blanco, gélido, me doy cuenta que son solo detalles, que tu amor es mucho más grande, que no se puede comparar con tus besos, tus caricias, tu dulce voz, tu presencia, tu amor por mí, por lo que nos rodea... Prefiero mil veces ver las estrellas, pasear por la playa al anochecer, cenar a la luz de la luna, tener infinitas noches de felicidad, tenerte a ti. ¿Te das cuenta de lo que quiero? No te preocupes si no vuelvo a ver el sol por estar contigo, a mí no me importa, no lo necesito, porque tú eres mi sol, mi luna, mi vida entera, tú serás mi último suspiro, lo más grande en mí, mi gran secreto. Por eso, no te preocupes por detalles sin importancia, lo único importante eres tú, nuestro amor. Tú eres mío, yo soy tuya, somos un todo, tú me completas. Te amo.
